
Nuestros queridos gatos tienen un lenguaje corporal muy rico, que utilizan continuamente a la hora de comunicarse con nosotros y con su entorno.
Un gato contento y relajado juega con los objetos que le rodea, se revuelca y rueda por el suelo. Pero cuando quiere intimidar, todos hemos visto alguna vez como se eriza y encorva el lomo para aparentar mayor tamaño y asustar.
El lenguaje de la cola es muy importante, ya que con su movimiento nos dicen mucho. A diferencia de los perros, cuando un gato mueve la cola de un lado para otro, no es porque esté contento, sino porque se está poniendo nervioso. Por lo tanto, si estamos acariciando a nuestro gato y este comienza a mover la cola, deberemos dejarlo inmediatamente.
Si mueve la cola rápidamente, es mala señal, está enfadado, y no deberemos acercarnos ni cogerlo, salvo que queramos un arañazo de recuerdo. Si la mueve despacio, está concentrado en algo, en algún juguete que va a cazar, por ejemplo.
Cuando un gato camina con la cola en alto, hacia arriba, no tenemos que preocuparnos, está contento, no hay peligro, podemos acariciarlo. Si se nos acerca con la cola en alto, genial.
Observando sus orejas y sus ojos también podemos entender lo que está diciendo. Cuando está enfadado o asustado, además de mover la cola rápidamente, veremos como pega las orejas contra la cabeza y entrecierra los ojos. Si el gato está tranquilo, tiene los ojos bien abiertos y las orejas hacia arriba.