La higiene del perro

Igual que nosotros nos duchamos diariamente, también nuestro perro necesita que le proporcionemos una higiene adecuada. Los perros conviven con la familia, de modo que para asegurar la salud de las personas, nuestras queridas mascotas deben estar limpias.

La higiene de un perro implica el cepillado, el baño, la limpieza de los dientes, de los ojos y de los oídos.

El cepillado debe ser el primer paso en la higiene básica.

Nuestro perro sale a la calle, va al parque, se restriega con farolas, coches, se impregna de contaminantes y de suciedad... Igual que nuestra ropa se ensucia, el pelo del perro es su ropa, de modo, que día a día su pelaje se ensucia. El cepillado, es por tanto, la manera más fácil de eliminar la suciedad de su cuerpo, eliminando pelo muerto, quitando nudos, y a la vez, arrastrando la suciedad.

La frecuencia del cepillado varía evidentemente según el tipo de pelaje y lo sucio que esté el animal, pero al menos deberíamos hacerlo una vez por semana. Hay muchos perros que no les gusta el cepillado, de modo que cuanto antes empecemos esta rutina, antes la aceptarán.

Alrededor de una vez al mes deberemos bañarlo, si tiene el pelo largo, aunque podemos alargar este tiempo si nuestro animal tiene el pelo corto. La frecuencia de los baños depende de nuestro estilo de vida. No es lo mismo un perro que vive en un piso que uno que vive al aire libre. Podemos bañarlo nosotros mismos en casa, comprando un champú adecuado para perros, o mejor, que lo bañen en una peluquería canina. Nuestra espalda lo agradecerá. El momento del baño suele ser un momento estresante para muchos perros, cuyo único objetivo será salir de la bañera lo antes posible. Si nos decidimos, a pesar de todo, por bañarlo en la bañera de nuestra casa, ojo a no meterles agua en los oídos con la alcachofa de la ducha. Hay muchos probabilidades de que el agua se quede dentro del oído y le provoque infecciones.

También es muy importante lo bañarle más necesario. Un perro de un piso, por regla general, no necesita más de un baño al mes. Bañarle en exceso tendrá consecuencias negativas sobre la piel y la salud del pelo del perro. Los excesos de baños provocan daños en la capa grasa que protege el pelo y la piel, rompiendo la barrera que los protege ante enfermedades.

La higiene de nuestro animal debe completarse con una adecuada limpieza de los ojos, de los dientes y de los oídos.

Nuestro perro, al igual que nosotros, puede generar legañas. Para eliminarlas, sujetaremos adecuadamente la cabeza del animal y las limpiaremos con una gasa humedecida en agua o suero fisiológico. Evitaremos infecciones y conjuntivitis.

En cuanto a los oídos, hay productos específicos para la correcta higiene del animal, como los limpiadores auriculares, que ayudan a que la cera se disuelva. Si nuestro perro tiene las orejas grandes, deberemos prestar atención a su orejas una vez a la semana por lo menos. Nunca utilizaremos agua o suero directamente en el interior de sus orejas, ya que se quedará dentro del oído y provocará infecciones.

Siempre que salgamos al campo con nuestro animal, a la vuelta deberemos revisar sus orejas. Es muy fácil, por ejemplo, que se le meta una espiga. Si el oído presenta mucha cera, o huele mal, es muy probable que tenga un cuerpo extraño en el interior. Si nuestro perro se rasca insistentemente, o sacude la cabeza de manera frecuente, con toda probabilidad nos esté diciendo que tiene algo en los oídos. Es el momento de acudir lo antes posible a una clínica veterinaria.

Por último, una correcta higiene dental es la mejor manera de prevenir, no solo el mal aliento, sino las infecciones bucales. Igual que nosotros debemos hacernos una limpieza dental al año, los perros también la necesitan. Los perros no pueden cepillarse los dientes, como nosotros, y los huesos o palitos no son suficientes para mantener a raya el sarro del perro, de modo que es nuestra responsabilidad el mantener limpios los dientes del animal. Un animal con sus dientes y encías en mal estado no solo no comerá adecuadamente, ya que le dolerá al comer, sino que además sufrirá enfermedades dentales que a corto plazo afectarán también al hígado y al riñón.

El tipo de alimentación también depende en el tiempo que pasará entre cada limpieza. Un perro que coma alimento seco (las bolas), producirá menos sarro que si come comida enlatada, ya que el pienso seco roza con los dientes y va arrancando la placa que se forma, aunque si el perro acostumbra a tragarse las bolas enteras, esto tampoco nos servirá de mucho. Las razas pequeñas en general desarrollan más sarro que las grandes, por diversos factores, como la acidez de la saliva, el tener los dientes más pequeños y sobre todo, al recibir más alimento casero.

Debemos examinar regularmente los dientes del animal, y si vemos que el sarro se está acumulando, o le huele mal el aliento, debemos pedir cita con nuestro veterinario para una limpieza de boca. Podemos intentar limpiarle los dientes a nuestro perro de manera rutinaria con un cepillo de dientes y comprando pasta de dientes específica para perros (que se pueden tragar), pero normalmente el perro es una de las cosas que menos soporta. Si conseguimos acostumbrarle -y acostumbrarnos nosotros- a limpiarle la boca regularmente, estupendo, pero en caso contrario, lo mejor es acudir a un centro veterinario donde le limpiarán los dientes con ultrasonidos, igual que a nosotros, cuando sea necesario.

Tags: